sónar.
(Del ingl. sonar, acrón. de sound navigation and ranging, navegación y localización por sonido).
1. m. Aparato que detecta la presencia y situación de objetos sumergidos mediante ondas acústicas, producidas por el propio objeto o por la reflexión de las emitidas por el aparato.
sumergir.
(Del lat. submergĕre).
1. tr. Meter algo debajo del agua o de otro líquido. U. t. c. prnl.
Definición dada por la R.A.E.
Sí, un sónar. Eso es lo que se ha exigido para el presunto rescate de unos gatitos en el complejo arqueológico del mal llamado templo de Diana, situado en la ciudad de Mérida.
Todo empezó, como casi siempre en éste nuestro país, con el chascarrillo de un operario de las obras que allí se están llevando acabo. La broma, como los compañeros y el propio inconsciente confesaron, fue decir que habían tapado con hormigón una cavidad con los gatitos dentro. Esto ha llevado a que la protectora de la ciudad ,personificada en su la directora, interponga una denuncia a la policía local y a la guardia civil, más una carta al presidente de la junta y otra al alcalde. No bastando con la confesión del operario de que se trataba de una broma, se exige un sónar, que como arriba se explica es un aparato de navegación y localización para objetos sumergidos.
Esto es lo que nos pasa siempre, nos creemos cualquier tontería y encima con ese saber que nos da la televisión o el cine, entendemos que tenemos toda la potestad y juicio para exigir objetos que ni conocemos. Ya que para cuando traigan el sónar el hormigón no esta precisamente líquido. Y además el sónar no es precisamente pequeño ni barato, y a su vez innecesario. Con este “cazurrismo” sólo nos queda esperar a que Wikileaks esclarezca este asunto, o ya en un caso extremo llamar al doctor Emmet Brown que venga con su DeLorean de Regreso al Futuro y nos lleve al pasado para verificar esta información.
Lo cierto es que iba a ser complicado lo del DeLorean, ya que con la mini huelga de los controladores aéreos puede que el doctor Braun no pudiera aterrizar correctamente.
Ciertamente me resulta gracioso lo de esta huelga. Tantas explicaciones sobre el porqué se hace y el porqué se termina, pero ninguna dice el verdadero trasfondo de la cuestión. Y no es más que el que utiliza mi profesor de Historia Contemporánea de España, el caso de “¿Qué hay de lo mio?”.Y Con lo “mio” tenemos que entender que es don dinero. Al parecer estos grandes profesionales sienten una carencia de numeración en sus nóminas. La burrada de dinero que cobran no es suficiente. Esto provoca en sus ánimos una dolencia estresante y el fármaco recomendado para estos casos suele ser el dinero.
La cosa es sencilla, los controladores realizan la pregunta al gobierno - ¿Que hay de lo mio?- Según la respuesta tenemos la dolencia estresante o la más o menos normalidad en la relación.
Y esto, amigos lectores, es la verdadera relación que dinamiza y mueve la economía y situación de nuestro país. El director de la constructora que pregunta al alcalde, -¿Qué hay de lo mio?.- El político de una fuerza minoritaria necesaria para gobernar que le pregunta a su asociado -Y... ¿Qué hay de lo mio?. El sindicalista que pregunta al gobierno o al que toque. -¿Qué hay de lo mio?. Y así hasta no acabar, tocando y mencionando todas las relaciones empresariales españolas.
El problema es que “ de lo mio” queda poco o nada, y menos para un sónar. Además cada vez la dichosa pregunta se hace más.
No se extrañen si estas navidades sus hijos se acercan al Melchor de turno y tirándole de la capa les increpe diciendo – Melchor, Melchor ¿Y de lo mio qué?-