Últimamente he observado que en ciertos momentos puntuales España se llena de españoles. No me refiero a que suba la natalidad o que suba la inmigración más de lo normal. Me refiero a esos días en los que los colores nacionales son exaltados con orgullo necio y cateto en cualquier salón que se precie. Con lo de necio y cateto no me refiero al orgullo patrio per se, sino al momento y la forma en que se utiliza. Los días en los que este país se llena de españoles no son otros que los días de fútbol u otro deporte, donde un compatriota deportista pueda ejercer su oficio. En esos momentos el rojo y gualdo es un color predominante en los bares, en el chándal, en la antena del coche y demás lugares insospechados. Esos días es español hasta un bulldog francés. El contraste a toda esta exaltación se puede encontrar en los días sucesivos a estos eventos. En los que las evocaciones tales como: “España es una mierda” , “este país se va a pique” y demás comentarios son tan usuales como el café de la mañana. La roja y gualda se esconde en el armario, se quita de la gran tele del bar, se descuelga de las antenas... y al que la saque un momento más de lo necesario no se priva en recibir algún comentario identificándolo con la sombra más oscura que ha cubierto este país. Con respecto a esto último pienso lo de siempre. La incultura y la ignorancia extrema que sobre nuestra historia se sembró en la época franquista, ha sido recogida por las sucesivas generaciones de todas la ideas políticas y dada a comer los nacidos en la democracia. Y como bien se sabe, la ignorancia es atrevida y las bibliotecas están vacías. Esos colores que hoy sólo son aceptados más o menos mayoritariamente los días en los que nuestra gran selección sale competir, fueron hace mucho tiempo (más de lo que alguno imagina), algo más que poner encima de la tele un día de partido. Esos colores que con premura quitamos tras el pitido final de un partido, y que llevamos al cajón que a modo de lápida utilizamos para esconderlos. Esos mismos colores, se enseñorearon por más de medio mundo con verdadero orgullo. Ya que sólo el hecho de mantenerla en pié era una lucha constante contra todos. El rojo y gualdo aguantó más de 60 días de cañoneo inglés en las murallas de Cartagena de Indias, infligiendo una de las mayores derrotas de la mejor armada inglesa, empujó y ensartó a la mejor caballería ligera de Napoleón colgados en las varas de los lanceros españoles. Esos colores estaban junto a Don Rafael de Riego el día que obligó al déspota de Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz, lugar donde la bandera nacional ondeaba sin el peligro de que la reventase un cañón francés. Esos colores, lo queramos o no, somos nosotros. Con esos colores se ha delimitado un territorio en el que poder hostiarnos y matarnos unos a otros bien a gusto. Y lo mejor de todo es que esos colores estaban en la bandera republicana y están hoy en día en la bandera nacional y, gracias a ellos, hoy podemos estar sentados en un bar viendo a Iniesta marcar un golazo y pasado mañana tras jugar con Portugal, poder leer un periódico cagándonos en la puta madre que parió a tal o cual afirmando con rotundidad que estamos llevando a este país a la mierda.
Te doy toda la razón, lo que más pena me dá es ver a gente como se avergüenza de no llevar sus colores fuera de "acontecimientos".
ResponderEliminarY lo que más me jode es ver a estos hijos de tio Sam, en todos sitios poner su bandera y nadie preguntar que partido pertenece. Raro es que que su puerta no tenga "sus" colores. Es lo único que me gusta de ellos, su patriotismo. Moira.
rectificación:
ResponderEliminaren vez de decir:
como se avergüenza de no llevar
He querido decir:
como se avergüenza de llevar
Moira
Yo siempre que hay un evento deportivo en el que España se ve involucrada, saco mi bandera y la coloco en mi ventana. En el mundial de 2006 hubo vecinos que vinieron a pedirme que la quitara tras llamarme fascista y franquista. Obviamente los mandé por donde amargan los pepinos o a tomar aire fresco al parque. El problema de este pais es esencialmente lo que comentas, una incultura desmesurada y un catetismo consentido.
ResponderEliminarSeñores, ¿saben que les digo? ¡Que ser de izquierdas y patriota no es incompatible! Un poco de cultura ¡POR DIOS!
Un saludo y ¡viva españa!
Ya va tocando otro artículo ¿NO?
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